Y de ti que quieres que diga.
Miserable te vez cuando me pides que hable sobre ti.
No me elogia y mucho menos halaga saber que admiras esos míseros trazos, que relleno en los renglones que me piden que los cubra, por la blancura que tienen. Los tatúo letra por letra, tratando de apaciguar ese dolor que les produce ese camino vacío. Pero no puedo siempre debo dejar un espacio, entonces quedan inconformes y no me responden como yo quisiera. Me gritan y cortan las líneas.Paso al siguiente y llega al final de la hoja, debo cambiarla, pero entonces noto la molestia y la envidia que les produce que no siga escribiendo sobre ellas. Doy vuelta a la hoja y en vez de tomarla por el primer renglón, empiezo por el último y de revés escribo, con la vana idea de que con eso lograré calmar su dolor, se olvidara la envidia. Pero no, solo logro contentar más a las nuevas que de una u otra forma quieren que las rellene, y no puedo hacerlo, la tinta es escasa las palabras son pocas. El tiempo se agota y no lo puedo matar.
Miserable te vez cuando me pides que hable sobre ti.
No me elogia y mucho menos halaga saber que admiras esos míseros trazos, que relleno en los renglones que me piden que los cubra, por la blancura que tienen. Los tatúo letra por letra, tratando de apaciguar ese dolor que les produce ese camino vacío. Pero no puedo siempre debo dejar un espacio, entonces quedan inconformes y no me responden como yo quisiera. Me gritan y cortan las líneas.Paso al siguiente y llega al final de la hoja, debo cambiarla, pero entonces noto la molestia y la envidia que les produce que no siga escribiendo sobre ellas. Doy vuelta a la hoja y en vez de tomarla por el primer renglón, empiezo por el último y de revés escribo, con la vana idea de que con eso lograré calmar su dolor, se olvidara la envidia. Pero no, solo logro contentar más a las nuevas que de una u otra forma quieren que las rellene, y no puedo hacerlo, la tinta es escasa las palabras son pocas. El tiempo se agota y no lo puedo matar.