miércoles, 12 de noviembre de 2014

ME HINCHAN DE RABIA SUS CONVENCIONALISMOS: aquí esta su respuesta

No me casé de blanco, con un vestido largo grande, pomposo y despampanante. Me casé de blanco y negro con pantalón, camisa blanca, abrigo gris y zapato de tacón bajo.

Tampoco hice una grandiosa recepción llena de luces y sacristanes que vigilaran mi unión, mientras declaraban la promesa de vida, que ya compartíamos, desde mucho antes que un desconocido en la notaría pusiera el sello de aprobación de nuestro casamiento. Sólo necesite uno que otro bombillito cerca de 70wtz para leer bien la letra chica que decía algo como: "comparte, techo, lecho y mesa".

Estuve lejos de tener cientos de invitados que 'cuchichearan' si me veía o no bonita con mi traje, si estaba o no peinada, si se me veía feliz o me veía obligada a aceptar el compromiso. Elegí no tener más invitados que mi maravilloso esposo y mi hija que solo soltaba risas y fue la única banda sonora que quise tener de fondo para la marcha emprendida hacia la mesa de firmas.

Jamás pensé en cómo debía acomodar en la recepción a los asistentes de la boda, puesto que las sillas ya estaban bien ubicadas en el recinto y el espacio estrecho nos facilitó las cosas para ubicarnos cómodamente a leer y firmar el contrato de vida.

Así que mi respuesta que para todos aquellos que se preguntan ¿cuánto llevo casada? ¿cuándo fue que me casé? ¿acaso si estoy cas(z)ada? Bueno pues sepan que no me han caZado, yo, elegí caSarme, cuando me dio la gana, donde me dio la gana, sin la opinión ni el permiso de nadie y con quien siempre he tenido la gana de estar. ¿La celebración? Bueno por si no se han percatado, ustedes asisten cada vez que los veo, porque somos el tipo de pareja que comparte, sonríe y vive la plenitud de la unión en la marcha. No, la  que se unta de excusas para encontrar un 'buen partido' que se atiborra de regalos antes de la boda, pero después ya ni saben qué hacer porque no hay más nada, que rutina, problemas e hijos. Nosotros, en cambio, somos una sola familia, una sola unión y un desaliento a sus convencionalismos. Estúpidos, por supuesto. Mejor ahorrense la preguntadera y aprendan a leer, pero de verdad LEER, no ojear las formitas redondas del abecedario creyendo que así no más se alimetan.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Nebulosas

Ella, sostiene en la mano izquierda el cigarrillo y mientras espera a exhalar el humo que baja por su garganta, se acaricia la yema del pulgar con el dedo corazón. Qué ridículo nombre para un dedo -piensa- mientras acerca de nuevo el cigarrillo y lo apoya en el labio inferior para inhalar otra bocanada de nicotina atrapada y quemada con lo que también podría ser un suspiro.