lunes, 28 de marzo de 2016

Ríe chinito(a)

Por estas horas, la escucho. La escucho y se viene como cascada, un aroma a vino con el fragor que nos invadía esa noche. Se inflan los muros atiborrados de una humareda que se escapaba por la ventana mientras repetíamos la canción una y otra vez... Y los planes que hicimos para más adelante, se escaparon igual por esa ventana. Sólo ahora me doy cuenta, que debimos haber tenido ese mismo afán en hacerlo todo, como si estuviésemos empezando esas maletas llenas de comida y ropa, que alistábamos cuando salimos del concreto que nos consumió cada día. Entre nosotras, está más que claro que el tiempo no tenía esa elasticidad, que pretendíamos estaba implícita dentro para lo que buscábamos. En cualquier caso, el único tiempo que se repite una y otra vez, ahora que ya no estás, es el de las canciones que quedan grabadas en la memoria y se cantan cada vez que son reproducidas por uno de esas cajas parlantes que vibran... Y porqué no, las canciones; todas al mismo tiempo, de la misma forma, en la misma voz... Ahora solo la mía. Tu, riendo a carcajadas pero haciendo el baile de los brazos al sol, como un cronopio, mientras yo trastabillaba la letra que no me sabía, pero que el ritmo me sugería cuál era la estrofa que debía repetir. Se quedarán por siempre revoloteando entre las marañas de la noche y la madrugada las notas que arrullaron nuestros vinos e interminables conversaciones.

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